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Dolor de huesos y articulaciones en personas mayores

Los huesos y las articulaciones (la unión de 2 huesos) se someten a ciertos tipos de presión todos los días, lo que provoca que se desgasten con el paso del tiempo. Al final, el deterioro del sistema musculoesquelético (huesos, articulaciones y músculos) genera cansancio, dificultad de movimiento y dolor intenso en los hombros, los codos, las muñecas, los dedos, la cadera, las rodillas y los tobillos de los adultos mayores.

En teoría, los huesos se renuevan constantemente a través de un proceso llamado osteogénesis. Sin embargo, este proceso deja de ser tan frecuente a partir de los 30 años de edad. De igual modo, existen enfermedades y factores que disminuyen la osteogénesis y aceleran el deterioro de las articulaciones. Éstos son algunos ejemplos:

  • La obesidad
  • La fiebre reumática, enfermedad que aparece después de una faringitis que no fue bien tratada.
  • La psoriasis, que consiste en la aparición de urticaria en la piel, además de manchas rojas con escamas blancas en el cuero cabelludo, los codos y las rodillas.
  • El consumo de alcohol y tabaco
  • La práctica excesiva e incorrecta de múltiples deportes
  • La descalcificación causada por el embarazo o por la anemia

La artrosis y la artritis son las enfermedades más comunes en personas mayores. La primera produce demasiado desgaste en las articulaciones. La segunda, rigidez e inflamación de las mismas, así como deformaciones en los huesos.

Otras enfermedades de huesos y articulaciones en pacientes mayores

Osteoporosis

Es una enfermedad silenciosa que adelgaza y debilita los huesos de la cadera, la columna vertebral y las muñecas. Los síntomas aparecen cuando la enfermedad se encuentra en estado avanzado e incluyen pérdida de la estatura, postura encorvada, fracturas continuas de un hueso en particular, fracturas al toser o al realizar movimientos simples como agacharse, además de dolor en la espalda, el cual se debe a vértebras fracturadas o aplastadas.

Bursitis

Las articulaciones cuentan con una especie de bolsa pequeña llena de líquido llamada bursa, cuya función es reducir la fricción entre las partes móviles de éstas. Así pues, la bursitis es la inflamación de dicha bolsa pequeña y aparece en los hombros, los codos, la cadera y las rodillas. Los síntomas principales de la bursitis son dolor, rigidez, hinchazón, enrojecimiento y, en ocasiones, erupciones cutáneas en el área afectada.

Hiperuricemia o gota

La hiperuricemia es el exceso de ácido úrico. Éste provoca la formación de cristales de urato. Los síntomas característicos de la hiperuricemia son inflamación intensa y ardor en la piel.

Ciática

Este padecimiento ocurre por la inflamación del nervio ciático, situado en la espalda baja. Los síntomas más frecuentes de la ciática son calambres, pérdida de fuerza en las piernas de los adultos mayores y un dolor que se extiende de la cadera hasta las extremidades inferiores.

Hernia de disco

Como indica el nombre, la hernia discal es una afección de los discos de la columna vertebral. Esta hernia genera hormigueo, ardor, debilidad y entumecimiento en los brazos y las piernas, aunque hay veces en las que los pacientes no experimentan síntomas. No obstante, al romperse, la hernia de disco presiona los nervios cercanos o la médula espinal.

Síndrome de Guillain-Barré

Es un trastorno que hace que el sistema inmunitario dañe los nervios. Por tanto, las personas mayores sufren de pérdida de fuerza en las piernas y hormigueo, los cuales se extienden al resto del cuerpo. Asimismo, los pacientes tienen problemas de coordinación e irregularidades al caminar; todo esto podría terminar en una parálisis.

Síndrome del túnel carpiano

Se trata de un exceso de presión en el nervio mediano de la muñeca, encargado de controlar la sensibilidad de diversas partes de las manos y los brazos. Por consiguiente, los adultos mayores padecen debilidad, entumecimiento, hormigueo y dolor en las manos y los brazos, así como torpeza en el movimiento de los mismos.

Síndrome de ISG

El síndrome de ISG o síndrome de la articulación sacroilíaca, ubicada entre el hueso sacro y el hueso de la cadera, se produce cuando dicha articulación deja de girar de forma correcta. Por tal motivo, los pacientes que sufren de esta enfermedad ya no pueden realizar movimientos tan fácilmente y experimentan dolor agudo en la zona lumbar.

Tendinitis

La tendinitis es la inflamación del tejido que une los huesos y los músculos, y aparece en las articulaciones de los brazos y los tobillos. Los pacientes con tendinitis sienten dolor punzante y dificultad para hacer movimientos con normalidad.

Codo de tenista

El codo de tenista es un tipo de tendinitis que genera inflamación y dolor fuerte en la parte externa del tendón del codo. Esta afección es causada por movimientos constantes y repetitivos que se han llevado a cabo por mucho tiempo al trabajar o al hacer deporte.

Fibromialgia

La fibromialgia es un trastorno de la percepción del dolor, que se presenta en el sistema musculoesquelético. Se dice que sus orígenes son psicológicos y psiquiátricos. La fibromialgia se caracteriza por provocar un dolor intenso en los músculos, tendones y ligamentos.

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Escoliosis

La escoliosis consiste en la torsión de las vértebras, lo que conlleva a una desviación lateral de la columna. Los síntomas de la escoliosis son moderados e incluyen molestia en la espalda, postura incorrecta de la cintura, deformaciones físicas y, a veces, espasmos musculares. Sin embargo, la escoliosis grave es incapacitante y muy dolorosa.

Esclerosis lateral amiotrófica (ELA)

La ELA es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que conlleva a una parálisis de todos los músculos. Aquéllos que sufren de ELA necesitan más ayuda cuando llegan a la tercera edad. Los síntomas más frecuentes de la ELA son debilidad en las piernas, los tobillos y los pies; debilidad y torpeza al mover las manos, calambres o espasmos musculares en los hombros, los brazos y la lengua, entre otros.

Espondilitis anquilosante

Es un tipo de artritis que afecta la columna. Los síntomas se presentan en los primeros años de la edad adulta y se experimentan durante el reposo. La espondilitis anquilosante provoca postura encorvada, flexibilidad limitada de la columna, rigidez de la articulación de la espalda, dolor lumbar y articular, deformaciones físicas e inflamación en los tendones.

Artritis psoriásica

Los pacientes con psoriasis son más propensos a adquirir este tipo de artritis. De hecho, es posible que la psoriasis moderada se incremente considerablemente. En ocasiones los síntomas se manifiestan en las mañanas e incluyen deformaciones físicas, inflamación y rigidez en las articulaciones, hinchazón en los dedos de las manos o de los pies y tendinitis.

Nota:

las enfermedades y los trastornos descritos antes tienen síntomas en común. Por ejemplo, fiebre muy alta, crepitaciones, pérdida de la masa muscular, falta de equilibrio, derrames articulares y empeoramiento de las molestias a causa del frío o la humedad.

Tratamiento y prevención

Si bien es cierto que la gran mayoría de estos padecimientos no tiene cura y que el tratamiento varía de acuerdo con la enfermedad y con el estado en el que ésta se encuentre, siempre ayuda aplicar calor en las áreas donde se manifiesta el dolor. De igual modo es útil la fisioterapia para adultos mayores y el ejercicio físico a diario, lo que activa la movilidad de las articulaciones y de los músculos.

Por otro lado, es esencial cuidarse del sobrepeso y llevar una alimentación balanceada. Asimismo es importante seguir una dieta rica en calcio y consumir vitamina D, además de dejar el alcohol y el tabaco definitivamente.

También es necesario que las personas de la tercera edad usen un calzado adecuado y que no carguen un peso excesivo para sus cuerpos.

Pero, sobre todo, los adultos mayores deben acudir con un especialista, quien evaluará el estado de avance de la enfermedad, explicará la manera en la que ésta afecta a los pacientes y prescribirá los fármacos y antiinflamatorios apropiados. Si todas estas medidas se toman en cuenta, el dolor de los huesos y las articulaciones en las personas mayores puede disminuir rápida y notablemente, y es posible evitar que aumente.

Otro aspecto que se tiene que vigilar es el estado psicológico de los adultos mayores que sufren estas dolencias. Debido a que, de alguún modo pierden su autonomía e independencia, sienten frustración, irritabilidad y, en múltiples ocasiones, caen en depresión.

En estos casos, lo recomendable es poner a los pacientes bajo la supervisión de un psicólogo o, incluso, de un psiquiatra. No hay que olvidar que la depresión, el estrés y la ansiedad también generan dolor en los huesos, los músculos y las articulaciones.

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